¿Qué es el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC)?
El síndrome de fatiga crónica es un cuadro médico que aparece de forma más o menos rápida y que afecta a gente con edades comprendidas entre los 20 y 50 años, principalmente mujeres. En muchos casos no hay síntomas previos, aunque la mayoría de las veces ha habido previamente una faringitis.
Los pacientes presentan un aumento de la temperatura y la aparición de ganglios especiales, pequeñas molestias articulares y musculares, dolor de cabeza, deterioro de la memoria o la concentración y, sobre todo, un cansancio extremo, que persiste más de veinticuatro horas después de hacer un esfuerzo. Este cansancio extremo, que es lo más llamativo del síndrome de fatiga crónica, es inexplicable y no tiene ningún tipo de justificación ni causa aparente determinada. Suele ir acompañado de pequeñas alteraciones psíquicas como insomnio, ansiedad, nerviosismo o depresión.
La mayoría de los enfermos pueden hacer una vida normal aunque hay casos en los que se ven incapaces de realizar sus actividades cotidianas. En otros pacientes se manifiesta con una intolerancia a ejercicios importantes como cargar peso o ir a la compra.
Causas
A pesar de los numerosos estudios, por el momento no se conoce el origen que provoca el Síndrome de fatiga crónica aunque se barajan muchos factores.
La causa que más se le atribuye es una infección previa por un virus de la familia del herpes. Se ha relacionado, sobre todo, con el virus de Epstein Barr, causante de la mononucleosis infecciosa. También hay casos relacionados con una infección pasada o incluso activa con marcadores de persistencia de otros virus como pueden ser el citomegalovirus, el virus herpes 6 y otros.
Otros factores que pueden influir son pequeñas alteraciones de tipo inmunológico, es decir, trastornos de los anticuerpos que median la defensa del organismo. Además, se ha barajado la posibilidad de que pueda haber o no pequeñas alteraciones de tipo neuroendocrino, hipotensión del sistema nervioso central...
Mediante la determinación de anticuerpos podemos saber si ha existido una infección previa por uno de estos virus. Sin embargo, no se puede asegurar que en el 100 por cien de los casos las causas sean éstas. Hay un porcentaje de pacientes en los que no hay ningún tipo de relación con estos virus o no han tenido anteriormente ningún tipo de infección.
Ahora se habla de dos tipos de síndrome de fatiga crónica: el clásico, provocado por una infección vírica, y el idiopático, que es aquél que no tiene ninguna relación demostrable con un virus de origen indeterminado.
Diagnóstico
El diagnóstico del síndrome de fatiga crónica es clínico y se realiza por exclusión. Hay que descartar previamente que no haya otras causas que puedan causar un cansancio similar ya que la fatiga crónica es un síntoma que puede acompañar a muchas enfermedades de todo tipo como, por ejemplo, un hipertiroidismo, un tumor u otras enfermedades que lo justifiquen.
En un principio se puede pensar que con estos síntomas el paciente tiene síndrome de fatiga crónica pero siempre hay que buscar signos tanto clínicos como analíticos de otras enfermedades que pueden justificar un cansancio similar.
Tratamiento
El tratamiento es muy dudoso y cambiante y, aunque se están haciendo muchas investigaciones en la actualidad, sigue sin haber ningún fármaco que se pueda aplicar y que cure la enfermedad al 100 por cien. Se ha ensayado con fármacos similares a los del alzheimer, pero ninguno, por el momento, ha dado una respuesta satisfactoria.
Lo más útil y lo que da más resultado es, primero, explicar al paciente en qué consiste exactamente su enfermedad y mostrarle las repercusiones que puede tener para él en su vida cotidiana. Es muy importante también la denominada terapia ocupacional donde el paciente puede realizar manualidades, ejercicios, fisioterapia, etcétera.
Igualmente se ha manejado en el tratamiento el uso de antidepresivos. De estos, se han probado los modernos derivados del Prozac que aumentan la serotenina. No obstante, son los clásicos antidepresivos inhibidores de la enzima de la mono amino oxidasa los que han ofrecido mejores y más resultados. De todos modos, hay que tener en cuenta que los antidepresivos no curan la enfermedad o, por lo menos, no se ha demostrado aún. Lo que sí hacen es mejorar la calidad de vida de los pacientes al tratar algunos síntomas como el insomnio, la ansiedad o la depresión.
En cuanto a las expectativas de futuro, un 70 por ciento de los enfermos mejoran bastante al año y medio, lo que les permite realizar una vida más o menos normal. En torno a un 30 por ciento de los pacientes persiste con la sintomatología después de este tiempo, lo que implica que durante muchos años o casi toda su vida son incapaces de llevar a cabo su vida laboral y social, por lo que se convierte en una enfermedad muy limitante. En cuanto al porcentaje de personas en los que la enfermedad remite al 100 por cien es muy pequeño y se sitúa entre el 2 y el 5 por ciento.
Consejos
Es muy importante intentar evitar el miedo al dolor para poder realizar algo de ejercicio moderado, siempre dentro de las posibilidades de cada paciente, para no atrofiarse. Andar, nadar o el yoga son algunos ejercicios recomendables. Hay que empezar poco a poco y con pequeños pasos se puede lograr.
Por supuesto, también hay que llevar una vida saludable y es fundamental garantizar el sueño y dormir bien para tener un buen descanso.
1 comentario:
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