Que nadie ponga en duda que una paciente de fibromialgia 'normalmente son mujeres’ padece una enfermedad de ‘verdad’. Las víctimas de este padecimiento han pasado años intentando demostrar que sufren dolores musculares invalidantes ante sistemas sanitarios y sociales demasiadas veces incrédulos.
Pero después de decenios de estudio, dos cosas son ciertas: la fibromialgia es una enfermedad y quienes las padecen sufren dolores que condicionan su vida y que en muchas ocasiones les impiden trabajar y desarrollar sus funciones diarias. Apartir de ahí se puede debatir qué tipo de enfermedad, de tratamiento, etc.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la fibromialgia (FM) como una enfermedad. En España la padece entre el 2 y el 4% de la población, es decir, unas 800.000 personas, la mayoría mujeres, entre un 80 y un 90%, de edades normalmente comprendidas entre los 30 y los 50 años.
La palabra fibromialgia alude al dolor en los músculos y en el tejido fibroso (es decir, los ligamentos y los tendones) por lo que se considera a esta enfermedad una forma diferente de reúma. Se caracteriza por el dolor que produce en los pacientes la presión de unos puntos concretos, llamados ‘puntos gatillo’.
La presión de esos puntos es uno de los principales modos de diagnosticar si la persona que acude al médico con dolores en el cuerpo padece FM u otra enfermedad. Se acude a ese sistema cuando las radiografías, resonancias magnéticas, o biopsias no ofrecen ninguna información, pero el dolor sigue ahí.
Tal vez de un modo intencionadamente peor finalmente peyorativo, se ha dado en llamar ‘reúma fantasma’, algo que alude a que se trata de un dolor reumático pero sin las lesiones o vestigios visibles que definen un reúma normal. Esta denominación ofende a muchos pacientes, tras años de incomprensión e incredulidad.
Los síntomas más importantes de esta enfermedad son los dolores, un dolor que es difuso y afecta a una gran extensión del cuerpo. Aveces comienza de forma difusa, en otras se inicia en el cuello, el hombro, la columna, y de ahí se extiende. Los pacientes hablan desde una quemazón a una molestia o incluso un espasmo.
Si no hay lesiones, inflamaciones o tumores, ¿qué produce la FM? Se habla de diferentes niveles de percepción, de diferentes umbrales de percepción del dolor. Unas personas sienten dolores que se desencadenan en sus cuerpos por una sobrecarga u otro problema, que en otros cuerpos no generarían señal dolorosa.
Cambios de tiempo, problemas hormonales (como en las mujeres el momento premenstrual o la menopausia), el estrés, la depresión, la ansiedad o un exceso de esfuerzo físico pueden empeorar los síntomas, que en ocasiones aparecen también como rigideces, especialmente al levantarse, e hinchazones en manos y pies.
Síntoma muy característico es la sensación de un cansancio constante, que ha hecho que a esta enfermedad se la denomine ‘fibromialgia o síndrome de fatiga crónica. Las personas que lo padecen acusan de forma especialmente intensa el cansancio, los efectos del esfuerzo físico: "Es como si le hubieran dado una paliza".
Esa mala tolerancia al esfuerzo físico y al ejercicio lleva a las personas enfermas a reducir paulatina y tal vez inconscientemente el movimiento, de modo que el nivel de tolerancia al ejercicio se reduce cada vez más y la persona pierde movilidad y reduce de forma grave su capacidad de vivir normalmente.
La enfermedad acarrea, por sus efectos invalidantes, problemas asociados como ansiedad y depresión, dolores de cabeza, dolores en la menstruación, colon irritable, sequedad en la boca y trastornos en la circulación, especialmente en las manos y en los pies, según explican los especialistas reumatológicos.
Algunos hechos patológicos se han visto coincidir con los inicios o el desencadenamiento de la FM. Es el caso de infecciones, un accidente, impactos emocionales como una separación o un problema con un hijo e incluso el haber padecido una enfermedad reumatológica, como un lupus o una artritis.
Los expertos creen que estos problemas más que generar la enfermedad la hacen despertar cuando afectan a personas que tienen esta predisposición o anomalía oculta que determina una diferente percepción del dolor o un umbral más bajo del dolor ante determinados estímulos sobre el sistema muscular y óseo.
Ante un diagnóstico de fibromialgia no se puede prescribir un remedio definitivo, dado que se trata de una enfermedad crónica. Explicar en qué consiste el problema, educar al paciente para que evite o reduzca los elementos que la desencadenan, tratar alteraciones psicológicas, ayuda a reducir su impacto.
Naturalmente, existen medicamentos paliativos. Es el caso de determinado tipo de analgésicos y de algunos tratamientos como las infiltraciones de fármacos específicos en puntos dolorosos concretos. En pacientes de FM la automedicación y el no acudir al médico puede ser más que nunca contraproducente y agravante.
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