Nadie quiere llorar, pero derramar lágrimas no es perjudicial; más bien al contrario, es beneficioso para la salud mental y física. Gracias a ellas, se liberan las hormonas del bienestar que ayudan a disminuir los niveles altos de angustia y que actúan como un calmante natural de las emociones intensas. Después del llanto, se entra en un estado de cierta relajación... igual que después de la tormenta, siempre llega la calma.
Por CLARA BASSI
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