La ansiedad roba la paz mental y la salud física. Por suerte, tiene solución, pues hay formas de tratarla, desde la crónica hasta la más común...
Es esa sensación de peligro inminente, que oprime el pecho y corta la respiración; la certeza de que algo terrible está por ocurrir; un sentimiento de angustia que roba la paz y apaga la alegría de vivir.
¿Quién no conoce la ansiedad? Algunos le llaman ‘el mal de la época’, porque actualmente sentirla es tan común, que ya se acepta como algo inevitable. Las cuentas, el tráfico, los conflictos familiares, un problema de salud o la incertidumbre ante el futuro económico, son causas comunes de ansiedad.
Pero no son necesarias para inducirla, pues muchos ni siquiera se dan cuenta de que viven en un estado de ansiedad generalizada, aun cuando no tienen un motivo aparente para ello. La mejor comparación sería decir que estas personas sienten como si vivieran bajo la espada de Damocles: un arma, afilada y letal, que cuelga de un hilo sobre sus cabezas. ¿Cuándo se romperá el hilo, y caerá la espada...?
La función de la ansiedad
Aunque produce sensaciones muy desagradables, la ansiedad tiene una función dentro de la evolución del ser humano. De acuerdo con Sarah Edelman, PhD —autora de Change Your Thinking, un libro de autoayuda para cambiar los procesos cognitivos que llevan a la ansiedad, la depresión, etc.
— a través de la historia, el ser humano ansioso tuvo una ventaja en la lucha por la supervivencia. Y es que su estado de hipervigilancia le permitía actuar rápidamente para escapar de cualquier peligro.
La explicación biológica es muy sencilla: ante una amenaza real o imaginaria, el organismo se prepara para pelear o escapar; para ello segrega una sustancia llamada adrenalina, que da a la persona una carga de energía. Entonces se acelera el ritmo cardíaco, la sangre fluye a las extremidades inferiores para evitar un desangramiento en una pelea, y surgen sensaciones como mariposas en el estómago, hiperventilación, etc.
Es evidente que un cierto grado de ansiedad es necesario para sobrevivir. Pero... ¿qué pasa cuando estamos tan sensibilizados, que un simple pensamiento (‘Voy a llegar tarde al trabajo’) es capaz de provocar una descarga de adrenalina? Que poco a poco vamos acondicionándonos, hasta que llega el día en que no sentimos la ansiedad; somos la ansiedad. Este desorden se conoce como Generalized Anxiety Disorder (o GAD, por sus siglas en inglés), y se traduce como desorden de ansiedad generalizada.
Aquí sus síntomas más comunes:
- Un estado de preocupación exagerado o infundado, generalmente con respecto a la salud, la economía, el trabajo, etc.
- La incapacidad de dejar atrás las preocupaciones, aunque la persona reconozca que son infundadas.
- La imposibilidad de relajarse y la tendencia a sobresaltarse con facilidad, a veces acompañados por síntomas como fatiga, dolores de cabeza, tensión muscular, problemas gastrointestinales, etc.
Padecer de por lo menos tres de estos síntomas, algunos de los cuales han estado presentes durante más de medio día en los últimos seis meses:
· Inquietud, agitación
· Cansancio o fatiga
· Dificultad para concentrarse
· Irritabilidad
· Dificultad para conciliar el sueño
· Creciente tensión muscular
Si sospechas que padeces de GAD, debes recordar que hay muchas enfermedades que pueden producir estos síntomas. Consulta con tu médico para que él o ella hagan el diagnóstico correcto. Con el tratamiento adecuado, la ansiedad generalizada puede tratarse exitosamente. El primer paso, por supuesto, es reconocerla.
LA ANSIEDAD COMUN
Existe un método muy eficaz para reducir este tipo de ansiedad, esa que sentimos ante un hecho cotidiano —el tráfico, las cuentas, un malentendido con el jefe—. Se trata de reconocer las actitudes o los pensamientos erróneos que la crean para así llevarlos a la razón. Estos son:
EL SINDROME DE ‘¿Y QUE SI...?’:
¿Y qué pasa si pierdo el trabajo, si me enfermo, si la economía empeora...? Predecir catástrofes futuras crea ansiedad. Reconocer que lo estás haciendo, produce alivio. Observa los pensamientos negativos y reconócelos por lo que son: fantasmas de tu mente. Esto ayuda a diferenciar entre la fantasía y la realidad. Por supuesto, cuando existen motivos reales de preocupación, cierto nivel de ansiedad es justificado, pero entonces esta tiene un propósito, pues te motiva a actuar.
NECESIDAD DE APROBACION:
Todos queremos la aprobación de las personas importantes en nuestra vida, pero cuando su búsqueda es excesiva, eso nos lleva a tratar de complacer a todos. Tu meta: actuar genuinamente, preparada para tolerar la desaprobación de los demás. Empieza dando pequeños pasos: expresa tu opinión; viste ‘a tu aire’; rechaza esa invitación. Verás que no solo soportas las críticas, sino que te sientes liberada.
EL PERFECCIONISMO:
La ‘cura’ radica en actuar a pesar del temor paralizante de no hacer las cosas a la perfección. Da lo mejor de ti, pero no busques ser perfecta, simplemente ‘suficientemente buena’.
NECESIDAD DE CONTROL:
Saber qué va a pasar, supervisar, dirigir, controlar. Esto delata a la persona que se siente insegura con la incertidumbre, por lo que siente ansiedad cuando no controla todo lo que ocurre a su alrededor. El antídoto: comenzar a ceder el control en incrementos cada vez más grandes. Esto la libera para aceptar lo desconocido y vivir en paz. En todos los casos, la solución radica en reconocer que tu perspectiva es errada, que te produce ansiedad. Y debes actuar de manera contraria a ese impulso, que ya es costumbre. No es fácil, pero, si lo logras, habrás eliminado una fuente de ansiedad de tu vida.
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