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20 ago 2008

El loxoprofeno en el tratamiento de la inflamación

Es necesario estudiar a fondo las sustancias con las que contamos para elegir correctamente la droga a administrar y que ésta sea lo más compatible posible con nuestros pacientes Dr. José Luis Gutiérrez García

Revista Mexicana de Odontología Clínica, Año 1, Número 1
El reciente interés en otros campos de la medicina, como el estudio y tratamiento del dolor y los procesos inflamatorios, requieren no sólo de un fuerte propósito para justificar la existencia del médico o del cirujano dentista a través del alivio de uno de los síntomas más temidos por la humanidad, el dolor, sino que también se necesitan constantes logros en el terreno de la investigación farmacológica para obtener recursos nuevos que representen otra alternativa útil y segura en el tratamiento de los síndromes dolorosos.

Es indudable que en el ámbito de los analgésicos antiinflamatorios (AINE) se han podido desarrollar nuevos fármacos que ahora ofrecen resultados iguales o superiores a los ya tradicionales debido a sus mecanismos de acción, por medio de los cuales bloquean preferencialmente enzimas específicas que participan en la fisiopatología de los procesos inflamatorios y, por lo tanto, su presencia es inducida secundaria al daño de los tejidos, dejando, por otro lado, con poca repercusión las enzimas constitutivas, que juegan un papel muy importante en ciertos procesos fisiológicos.1

Los denominados fármacos COX 2, por su preferente bloqueo de la enzima ciclooxigenasa 2, tienen características farmacológicas muy deseables para los médicos, los odontólogos y sus pacientes, es decir, alivian notablemente el dolor y todos los signos de inflamación que pueden estar agregados, con mínimos efectos sobre ciertas funciones, como la tasa de filtración glomerular, la perfusión renal, o bien, la producción de moco protector para la mucosa gástrica, todas ellas consideradas como responsabilidad de la ciclooxigenasa 1 o COX 1.

Actualmente, el uso de los AINE va aumentando en los procesos no reumatológicos, por ejemplo, en los dolores crónicos –aun los considerados como de causa neoplásica–, los cólicos renales y biliares, la dismenorrea y en el tratamiento coadyuvante de los procesos infecciosos. Dentro de los AINE, aquellos que pertenecen al grupo de los derivados del ácido propiónico representan una alternativa útil, eficaz y bien tolerada, en especial los que por su peculiar mecanismo en el inicio de acción son considerados fármacos prodroga.2

Conceptos

Los procesos dolorosos son señales naturales que nos advierten que algo se encuentra funcionando de manera anormal en nuestro organismo, ante lo que la definición fisiológica del dolor bien podría ser: una experiencia destinada a la protección cuyas características son susceptibles de un control superior. A través de la historia del ser humano y de los animales podemos observar que para lograr la supervivencia, cada organismo debe ser capaz de ajustarse rápidamente a los cambios de su ambiente, lo que es posible solamente cuando un estímulo permite una respuesta de adaptación. La nocicepción es un término neurofisiológico que se refiere a los mecanismos por los cuales se detecta un estímulo nocivo. A pesar de que los umbrales nociceptivos tal y como se miden en el laboratorio son constantes entre distintas personas, la experiencia del dolor y la capacidad para tolerarlo varían considerablemente de un individuo a otro y de acuerdo a la circunstancia.

Iniciado el estímulo nocivo se produce un enrojecimiento debido a una mayor afluencia de sangre (hiperemia). Poco después, la zona comienza a hincharse y aparece el dolor. Desde la microcirculación empieza a salir líquido con proteínas y algunas células: el exudado, que forma el edema inflamatorio. Al aumentar la presión que provoca el edema, y también por unas sustancias liberadas durante la inflamación llamadas quininas, se estimulan las terminaciones nerviosas de la zona y se advierte dolor. Las células implicadas en el proceso inflamatorio son: los leucocitos, especialmente los granulocitos, los monocitos e histiocitos (denominados fagocitos), los plasmocitos y mastocitos.

Así pues y bajo el razonamiento de que el dolor y la inflamación son dos procesos indicativos de alteración fisiológica de alguna parte del organismo y el inicio de una lucha frontal para controlar dicho proceso anormal, también para el tratante de la salud es el fuerte indicio clínico (anatomo-patológico) que debe ser reconocido de inmediato para tratar la sintomatología e identificar y tratar el origen real del problema.

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