Cada vez hay más prendas fabricadas con materias orgánicas, biodegradables o recicladas, que no dañan el medio ambiente ni la salud
Anteriormente la ropa se fabricaba para durar por décadas, pero actualmente los tejidos son más económicos, la moda es pasajera y nuestro guardarropa desechable. Sin embargo cada vez encontramos más prendas con etiquetas que indican que han sido fabricadas con materias orgánicas, reducidas en químicos, biodegradables o recicladas, y ya son reconocidas en todo el mundo porque no dañan al medio ambiente ni a la salud.
Para que un textil sea certificado como ecológico, en su proceso de elaboración debe minimizar el impacto ambiental, usar de forma racional los recursos naturales, consumir la mínima cantidad de energía, reciclar agua, usar cultivos hidropónicos que no necesiten tierra, mantener las características naturales de la materia prima, no usar procesos químicos sino físicos o mecánicos, utilizar elementos biodegradables y que no dañen la salud de los obreros ni los usuarios.
Un guardarropa ecológico
También en la moda existe esta necesidad de cambio ecológico y muchos diseñadores ya realizan colecciones con fibras sustentables como Ágatha Ruiz de la Prada, Ermenegildo Zegna, Salvatore Ferragamo, Timberland, Giorgio Armani, Stella McCartney, Comme des Garçons, Levi's, H&M, Gap y Zara.
Al adquirir ropa hecha de textiles ecológicos, busca siempre que sea una marca certificada como orgánica, sustentable y ecológico, y revisa con qué materias está procesada, pues muchas podrían ser una mezcla orgánica con textiles derivados del petróleo. Pero quizá las etiquetas no te lo dirán todo, tendrás que buscar más a fondo la información completa.
Novedosas fibras ecológicas
Aquí te presentamos un manual de los textiles ecológicos más populares, que te ayudará a adquirir tu ropa más consciente:
Algodón orgánico: El cultivo del algodón convencional requiere gran cantidad de pesticidas. En cambio al adquirir prendas de algodón orgánico estás cuidando tu salud y apoyando una buena economía y una agricultura ecológica. Sin embargo esa linda camiseta de algodón orgánico puede estar aún dejando huella en la Tierra si no proviene de un comercio justo, si no es teñida con colorantes naturales o si es tratada con químicos para protegerla de las arrugas. Trata de elegir las prendas en los tonos en que crece el algodón orgánico naturalmente: crema, café claro o verde pálido.
Seda: Lógicamente la seda es natural al estar hecha por gusanos, pero tiene un horrible inconveniente, éstos son desechados vivos en un tanque de agua hirviendo cuando su labor ha terminado. Sin embargo la nueva ?seda pacífica? está hecha de los revestimientos de los gusanos, recolectados después de que sus mariposas ya han volado. Adquiere sólo la que ha sido teñida naturalmente, sin procesos químicos y que siempre esté claramente etiquetada.
Bambú: Este material crece sin pesticidas y más fácil y rápido que el algodón orgánico. Sus productores se jactan de que el textil de bambú es naturalmente antibacterial y repele los olores. Es un textil hermoso y muy suave, pero en su manufactura hay un componente químico bastante tóxico y aquí es cuando el proceso pierde su status de ecológico.
Poliéster: El poliéster convencional es un producto derivado del petróleo que además requiere un fuerte proceso. Pero ahora las compañías están encontrando formas de crear poliéster a partir de botellas de plástico recicladas. El poliéster convencional puede ser reciclado al adquirirlo en boutiques vintage, es decir, de ropa de segundo uso, con grandiosos estilos retro que le darán mucho eco-estilo a tu look.
Pulpa de madera: Es biodegradable y reciclable. Su nombre genérico es Lyocell. Producir este tejido implica menos emisiones de carbono, uso de energía y de agua que las telas convencionales. Además no necesita blanquearse con químicos, es naturalmente antiarrugas y no gastarás electricidad en plancharlo. Sin embargo no todo está hecho de madera sustentable, así que revisa las etiquetas con cuidado, además busca que la prenda haya sido teñida con un colorante natural.
Soya: Se deriva del frijol de soya. Sus fibras son suaves, sedosas y antibacteriales, por lo que es una gran opción en ropa interior y brassieres, de hecho ya la usa la marca Skinny. Sólo asegúrate de que el textil esté certificado y que no estés obteniendo una mezcla menos ecológica de soya con poliéster o con algodón convencional.
Cannabis: Cotizada como la máxima fibra ecológico por no requerir ningún químico para cultivarse, puede usarse para fabricar desde suaves pijamas y delicados camisones hasta telas resistentes y cuerdas fuertes. Desafortunadamente la cannabis no está bien regulada y por lo mismo se monitorea poco con qué químicos tiene contacto. Se dice que también es antibacterial, lo cual aún no ha sido verificado.
Cashmere: Viene del pelo de las cabras de Cachemira, una raza nativa de los Himalayas, ahora criada en todo el mundo. Sin embargo el cashmere económico se ha vuelto popular, pero para mantener su bajo precio es mezclado con otras fibras como poliéster o tratado y teñido con químicos cancerígenos, así que sé cuidadosa. Pero una pieza de verdadero cashmere ecológico, por ser sumamente duradero será una inversión de por vida.
Lino: Hecho de la planta de lino, requiere muy pocos pesticidas. Es mejor cuando está un poco arrugado, para que ahorres energía no planchándolo. Búscalo en sus tonos naturales o teñido con colorantes vegetales. Trata de adquirirlo fabricado por una compañía ecológica certificada. Y como siempre, ten cuidado con las mezclas o con el lino económico que está tratado con químicos.
Alpaca: Las alpacas de los Andes, muy parecidas a las llamas, no necesitan ser tratadas con antibióticos, su lana no requiere insecticidas, no comen demasiado, son bastante autosuficientes, ¡tal parece que han tomado conciencia ecológica por sí mismas! La lana de alpaca es muy duradera, lo cual compensa su costo pues la prenda que adquieras probablemente sea importada.
Maíz, coco y piña: Son fibras producidas con materias de desecho de estos alimentos, es decir, recursos renovables y no petróleo. Los cultivos convencionales dejan una gran huella antiecológica por los pesticidas que requieren, el uso del agua y el desgaste de la tierra. Pero las ventajas de estas fibras ecológicas son que en su proceso no intervienen pesticidas y necesitan menos de la mitad de la energía que requiere incluso el algodón inorgánico.
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