Ese material fibroso fue muy utilizado durante décadas en la construcción y finalmente prohibido por su demostrada naturaleza cancerígena
Escombros con tubos con amianto, en plena vía pública de Huelva. (foto)
El responsable de Salud Laboral de Comisiones Obreras de Huelva, Francisco Domínguez, se muestra partidario de que nuestra ciudad cuente con un registro de edificios que tengan amianto, un elemento notablemente cancerígeno que se usó con asiduidad en pasadas décadas por las ventajas que conllevaba en aislamiento y otras funciones.
No sería la primera ciudad española que contará con esta iniciativa, pero permitiría que cada vez que una comunidad de vecinos tuviera que realizar obras que conlleven el cambio de tuberías, cubiertas, etcétera, esto sería una magnífica oportunidad de ir eliminando este material.
El registro, obviamente, haría especial referencia al período en que el amianto -un ingrediente por ejemplo de la Uralita- fue usado. Ese período se establece principalmente entre las décadas de los 50 a los 70 y el recurso a este material "era muy provechoso en esos momentos, ya que era un elemento de escaso peso y de buenas propiedades aislantes", comenta Domínguez.
Afortunadamente, desde 2001 está totalmente prohibida la comercialización y uso de cualquier variedad de amianto. Sin embargo, son muchas las toneladas que siguen instaladas y que siguen suponiendo un riesgo para la población. Esa presencia actual se ejemplifica en la propia experiencia de Francisco Domínguez.
Cerca del polideportivo Las Américas encontró un montó de escombros que incluían unas tuberías que contenían amianto.
"Cuando las vi, llamé primero al Centro de Prevención de Riesgos Laborales y también a la Inspección de Trabajo.
De ahí me mandaron a la Policía Local que, a su vez, me remitió a la Nacional que me devolvió a la Local". "Afortunadamente -prosigue el sindicalista- aunque sin saber quién lo hizo, al final se las llevaron".
Francisco Domínguez recuerda que la principal vía de entrada del amianto es la respiratoria. Sus pequeñas fibras son inhaladas fácilmente, provocando graves enfermedades, muchas de ellas mortales: asbestosis, cáncer de pulmón y mesoteliomas o tumor en la pleura. Se trata, sin duda, de un factor de riesgo. Dado que la vía principal de intoxicación es la inhalación, la situación más peligrosa se genera cuando se quiebra o corta algún componente -tubería por ejemplo- que contenga amianto ya que ese es el momento en que se desprenden las fatídicas fibras.
Dada la peligrosidad del componente, la primera prevención que se debe poner en práctica es evitar exponerse al mismo. Aunque la exposición al amianto tiene carácter indiscutiblemente de riesgo de salud laboral, la prodigalidad con la que se usó en pasadas décadas lo convierte en un problema de salud pública.
Enrique Morán / Huelva
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