Madrid (19/21-9-09).- Científicos de la Universidad of Bristol, en Gran Bretaña, observaron muestras de sangre de alrededor de 500 chicos y hallaron una relación clara entre los niveles de plomo en sangre en la infancia temprana y el desempeño académico y la conducta a los 7 y 8 años.
Cuanto mayor era la cantidad de plomo en la sangre a los 30 meses de edad, menores eran los logros a nivel de lectura, escritura y deletreo en los niños según el Standard Assessment Tests (SATS), un examen reconocido para este grupo en Gran Bretaña.
La mala conducta y la hiperactividad también fueron comunes en los niños que tenían niveles más elevados de plomo en la primera infancia.
"El plomo ha estado en el ambiente durante los últimos 5.000 años y sigue siendo una amenaza global para la salud", escribió el equipo de Alan Emond en la revista Archives of Disease in Childhood. "La exposición al plomo interactuaría con otros factores ambientales asociados con la desventaja educativa para tener un impacto acumulativo a largo plazo", añadieron los autores.
El actual umbral de seguridad por encima del cual los niveles sanguíneos son considerados preocupantes es 10 microgramos de plomo por decilitro de sangre, un nivel recomendado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en 1991. No obstante, algunos consideran que ese umbral es muy elevado.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la mitad de los niños de menos de 5 años que viven en ciudades tienen niveles de plomo en sangre por encima de los 10 microgramos por decilitro.
Los investigadores advirtieron que la intoxicación con plomo era "una amenaza permanente" e instaron a fijar nuevos estándares de seguridad en 5 miligramos por decilitro. Con niveles de plomo en ese límite, "aparentemente no habría efectos obvios sobre la capacidad intelectual o la conducta", indicaron los expertos. En tanto, las cantidades entre 5 y 10 microgramos se vincularon con malos resultados de lectura (un 49 por ciento menores) y escritura (un 51 por ciento inferiores).
Los niños con niveles de plomo por encima de los 10 microgramos por decilitro eran casi tres veces más propensos a tener patrones de conducta antisocial e hiperactiva, comparado con los pequeños cuyas cantidades del metal eran de 0 a 2 microgramos.
Los efectos de la exposición al plomo son mayores cuando los niños son muy pequeños, dado que es absorbido más fácilmente y sus tejidos son especialmente vulnerables al daño.
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