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9 abr 2010

Fibromialgia y sexualidad


Acabo de leer en el blog de mi compañera Andone, Ya no puedes regresar, este interesante artículo.


Actividades “normales” se ven truncadas por el dolor que impide a los pacientes realizarlas plenamente. Uno de los aspectos más resentidos en este sentido es el sexual.
Sin embargo, según estudios recientes la fibromialgia no es equivalente a no poder tener relaciones sexuales, al contrario, incluso es saludable mantener una regularidad, modificando aquellos aspectos que pueden entorpecer no sólo la relación sexual sino también la de pareja.
Este padecimiento tiene como principal síntoma el dolor músculo esquelético generalizado, el cual deriva en inactividad física.
¿Detención de la vida sexual y afectiva? Cualquier enfermedad crónica puede provocar un distanciamiento entre una pareja debido principalmente al deterioro de la calidad de vida, sin embargo, el aspecto afectivo es uno de los detonantes de que dicha calidad se mantenga.
El dolor y la fatiga son los síntomas que interfieren de forma más notable en la vida sexual del afectado por fibromialgia. A menudo los pacientes describen que el cansancio hace que sea muy difícil emprender una relación y el dolor físico que se presenta ante el contacto de la pareja, puede convertir un acto placentero en todo lo contrario.
En el plano emocional, la ansiedad, la depresión e incluso los problemas de pareja que emergen a raíz de la enfermedad, son más que suficientes para dificultar el disfrute de la vida sexual. A nivel cognitivo, pueden aparecer dificultades a la hora de concentrarse en las sensaciones placenteras y/o pensamientos negativos del tipo como “No voy a poder sentir nada”, “Esto va a salir mal”, “Mi pareja se enfadará”.
Los factores físicos, emocionales y cognitivos descritos derivan en muchos casos en diferentes problemas sexuales: dificultades para alcanzar el orgasmo, vaginismo, dispareunia o dolor en el coito, bajo o nulo deseo sexual y fobia al sexo.
El entorno afectivo es muy importante para superar los trastornos porque si no existe apoyo por parte de la pareja, el paciente se enfrenta a una situación aún más desgastante.
Entre los padecimientos físicos, el vaginismo, por ejemplo, suele producirse por miedo al dolor que puede producir la penetración (dispaurenia), lo cual genera una contractura del tercio anterior de la vagina que impide se consume el acto. El dolor experimentado puede quedarse “grabado” en el cuerpo de tal forma que cuando se intenta otro encuentro íntimo, el propio cuerpo reacciona contrayendo la musuculatura para impedir la penetración (el cuerpo mantiene en la memoria la ocasión dolorosa y la obstruye como defensa).
Esta descripción, que está más centrada en la mujer, también puede ser válida para el hombre. Es decir, puede aparecer dolor en el pene durante la actividad coital y se relacionará con los mismos aspectos ya descritos para el caso de la mujer. (Con información de Oscar Asorey Martínez/psicólogo clínico)
No renuncie, trabaje
» Comprender las posibles interferencias y aprender la mejor manera de resolverlas es la posibilidad para cualquier persona de disfrutar de una vida sexual plenamente satisfactoria.
» El primer paso para lograrlo es entender el sexo como un lenguaje afectivo con la pareja y no como un lujo para cuando uno se siente en plenas facultades físicas.
» Acudir a talleres de sexualidad, buscar información profesional y acudir con un especialista en sexología son algunos apoyos importantes en los momentos en los que siente que la enfermedad está ganando la partida.
» es indispensable hablar con su médico explicándole claramente la situación que vive con su pareja y que su deseo de recobrar el disfrute de la intimidad está latente.
» Lo más importante es bajar el nivel de tensión con el que vive el enfermo de fibromialgia.
» la psicología puede actuar sobre los aspectos emocionales y el control del dolor mediante sesiones terapéuticas específicas.

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